lunes, 24 de noviembre de 2008

ENSAYO

LOS LIBROS DE JOSE ANTONIO RAMOS SUCRE

Por: José Horakyo Guillén*

Aproximarse a la persona de José Antonio Ramos Sucre desde el pensamiento, desde la crítica a su obra, desde las rígidas reglas de la prosa y verso. Tiene como consecuencias la lejanía de su ser y su sufrimiento. A Ramos Sucre no se le entiende se le siente. El ha sido abandonado y retomado por muchas generaciones, todas han cedido ante la perturbadora sombra del poeta. El fue un arquetipalista, la proyección de su mundo interno es omnipresente en su obra. Sus personajes son arquetipos, arquetipos que viajan y retornan; el aventurero, el mensajero, el rezagado y muchos más. Estas potencialidades construyen un mundo simbólico donde ramos sucre esparce su sufrimiento y se hace libre.

El estuvo en el hades, entro y salio muchas veces hasta que comió de la granada de Proserpina. Leer a Ramos Sucre y no sentir muchas cosas es no leerlo, leerlo y no trasformarse es ser omnipotente. Quizás una manera directa pero no tan riesgosa de aproximarse a el sea el conocer de sus libros, de los libros que leyó. El poeta se construyo un mundo, propio, apartado. Sobre la base, no de sus propias vivencias, si no de la aportadas por sus lecturas. El conoció el mundo desde los libros y lo hizo suyo. A su querido Lorenzo le escribe en marzo de 1921 una carta donde le indica todos los libros que debe leer y le expresa: "El día que hayas leído todo esto poseerás una cultura literaria enorme. No es necesario leer muchos libros, sino los libros característicos de cada nación y de cada época" (1). Ramos Sucre devora y digiere la realidad no de su experiencia propia, la tragedia, la sátira, la mitología, el teatro, la novela y los manuales de historia se la presentan. Sus arquetipos son tomados prestados del inconciente colectivo literario. El los explota, los usa para disipar su dolor, su soledad acompañada, su esquizoidia. Su lectura es práctica y no malgasta tiempo en el análisis filosófico, ni en la retórica complicada. El poeta nació, creció y murió rodeado de libros. Al principio acompañado de los libros de aquel tío cura agrio del cual sobrevivió pero heredo la soledad. Los libros fueron su refugio vital, aquella habitación segura donde podía desnudarse y no ser vulnerable. El aislamiento fue provechoso pero a la vez fatal. El amor se presento con la virtualidad epistolar y fue decorado por los personajes novelescos. La sombra del suicidio siempre lo persiguió y la técnica para lograrlo lo consiguió de un libro de toxicología, aunque sea esta una especulación de mia, nada explicaría la posesión de este texto por parte del poeta mas allá de los propios padecimientos emocionales como el dolor o la depresión. En muchas ocasiones le escribe a su prima en Caracas que deseaba acabar con su dolor, con su sufrimiento. Los libros que le recomienda tan apasionadamente a su Lorenzo son casi los mismos que se encuentran como parte del inventario personal al momento de su muerte. El libro identificado como Toxicologie en el inventario del consulado es como un obelisco de mil metros de altura, es imposible pasarlo por alto, resuena entre los demás libros. Que ironía, los libros le enseñaron la vida e igualmente como morir. La sobredosis, el sueño profundo, el paro respiratorio.

Ramos Sucre sucumbió ante su hermetismo, en un hecho de sincronicidad impresionante la lista que recomienda a su familiar inicia con la Odisea de Homero, como ocurre con la lista de libros inventariados por el consulado Venezolano en Suiza entre las pertenencias del poeta luego de su muerte en 1930 ( La Odisea de Homero-L'Odisee d' Homere)(2). Esta sincronicidad revela la continuidad emocional e intelectual del poeta. Prosigue en su lista la Iliada, Plutarco, Virgilio, el Edda. La gesta heroica es para el, esencial. Ramos Sucre inicio el viaje del héroe pero no retorno, su antitesis vital. El héroe debe comenzar su viaje impregnado del ritual iniciático, debe encarar todas las pruebas, debe llegar al final. Pero sobre todo debe retornar, eso si transformado. De nada serviría que regresase igual que a su partida o muerto.

El poeta fracaso en su intento de escribir tragedias sin ser tocado por lo trágico, entregando su ser al implacable devenir de lo oscuro. Sumido en el dolor y en el insomnio, adicto a los hipnóticos de coral no enfrenta a sus demonios en persona sublima y los convierte en poesía. El poeta huye de su sombra proyectando en la periferia sus conflictos, si la obra se convierte en conflicto sucumbe. Continua su lista con La Divina Comedia de Dante, la vida es un teatro, un entramado de personajes útiles o inútiles. En la misma carta le exige a Lorenzo: "Se amable y vive solo. Complace a tus semejantes y esquívalos. Haz de cada persona con quien trates un amigo, pero no un amigo inoportuno sino un amigo útil". Su lista continua con: Don Quijote, El fausto, El Telémaco, Las Mil y Una Noches. Shakespeare, Lope de Vega, Calderon, Esquilo, Sófocles, Eurípides, Moliére, racine, corneille. Tragedia, satira, le presenta el mundo a su Lorenzo tal como quiere que lo conozca, no pretendió ocultarle nada. Prosigue con Gil Blas, Walters Scout, Dickens, Balzac, Dostoyevsky, Galdós, Ruiz de Alarcón. La comedia, el drama familiar, las intrincadas relaciones humanas. No se queda hay quiere que conozca la historia con Duruy para la universal y Baralt para la nuestra. Pasión por los libros, lejanía de lo real, sin ser reduccionista Ramos sucre no fue lo que vivió si no lo que leyó. Poco difiere esta lista de la que realiza el Consulado venezolano en Suiza, solo la presencia de muchos diccionarios y manuales las aparta.

Los libros, realmente uno es lo que lee, un compendio maravilloso de lo que otros han vivido o han inventado. Al final Ramos Sucre trasciende a el mismo en la mágica trama de lo arquetipal. Como legado colectivo se enfrenta al amor o al odio de sus lectores, al igual que como los héroes, como el Mariscal de Ayacucho que jamás quiso emular. Cabe aquí citar a Jung: “lo que no se hace conciente se hace destino”. Finalmente seria injusto cerrar sin algo de nuestro poeta, con un fragmento del poema La Salva:

Recorría en la memoria los paisajes de la Divina Comedia, donde alguna estrella, señalada por la vista augural de Dante, sirve para encaminarlo, entre el humo del infierno y sobre el monte del purgatorio.

Mi viaje se verificaba en un mismo tiempo con la orgía decadente. Quise interrumpir el hastío del litoral grave, disparando el cañón de proa. El estampido redujo a polvo la casa del esparcimiento infame.

Referencias

  1. Antologia: Jose Antonio Ramos Sucre. Biblioteca Ayacucho. Carta a Lorenzo Ramos, Pg .156.
  2. Revista Oriente, Universidad de Oriente. Volumen especial en homenaje a José Antonio Ramos Sucre. Nº10, 1981. Pg 107

* Medico Psiquiatra

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